Hablar de la escuela implica muchas cosas. Es retroceder en el tiempo y meternos en la infancia de mucha gente, y en la nuestra también.
Cómo no recordar ese primer día de clase, nuestra primera maestra, nuestra querida escuela.
Allí nos educaron, nos formamos, jugamos, reímos y también lloramos. En ese gran patio y debajo del inmenso jacarandá, dejamos los años más inocentes y tiernos, los de la niñez. Desde estas páginas intentamos viajar y recrear 106 años de historia. Para esto conversamos con el maestro más antiguo de la escuela: José Manuel Piñeiro, docente desde hace 35 años. Ingresó a la escuela Nº 150, el 15 marzo de 1964. Fue destituido durante cuatro años por el gobierno de facto y actualmente es secretario en la Escuela Nº 150 y director de la Nº 31 para adultos, que funciona en el mismo local, turno nocturno.
¿Dónde fueron los comienzos de la escuela?
-La escuela fue fundada el 22 abril de 1889 como escuela rural Nº 17 y estaba ubicada en Simón Martínez 6549. Al tiempo dejó de ser escuela rural y pasó a ser la Nº 150 de 2º grado. A pesar de contar con una buena documentación y con libros casi intactos, no se sabe con certeza cuándo se mudaron para el nuevo edificio. El típico casco de estancia, con un gran patio central y piezas alrededor, se acondicionó para el local escolar sin tocar lo que, con el tiempo, pasó a ser patrimonio histórico. Sus gruesas paredes, sus grandes arcadas, las típicas baldosas, sus seis columnas de hierro trabajado, se conservan intactas en el patio central. Posteriormente se amplió hacia el fondo. En 1977 se hicieron los salones del frente y los últimos en 1984. El pozo y el lavadero que están frente a la escuela, seguramente pertenecían a la estancia.
La escuela formó grandes profesionales, ¿verdad?
-Sin duda, no solamente de la zona, sino que pasaron figuras de magisterio, como Josefa Valverde, Juanita Scarbi, Milka Gambardella de Cuadrado, Caros Rosso, Amelia Resenita, Ethel Fernández, Marta Gunila.
A principios del siglo 20 según lo registra la documentación, llegaron figuras de la calidad y los valores de Paulina Luissi, Enriqueta Compte y Riquet, María Estagnero de Munar, que vinieron a examinar, porque antes se hacían exámenes orales a fin de año; pasaba la clase, el maestro trabajaba y el tribunal observaba. Después daba su fallo sobre la labor de la clase y se hacía un informe. Hoy se puede leer en los libros esos informes escritos por estas grandes personalidades.
¿Cuál es la población escolar?
-Actualmente funcionan 18 clases, jardinera, 5 primeros, 3 segundos, 4 terceros, 2 cuartos, 2 quintos y 2 sextos, en un total de 529 niños.
Una población similar concurre a la Nº 307.
¿La familia apoya al niño en la escuela?
-En los 35 años que tengo de maestro he sido testigo, indudablemente, de cambios. Nosotros los docentes tenemos dificultades en la tarea debido fundamentalmente a lo que consideramos, “la endeblez de la familia, la que, como institución, prácticamente no existe”. Los maestros no tenemos el apoyo, el contralor que la familia ejercía en el pasado, ese diálogo fluido y permanente.
Los niños están un poco más intolerantes, ¿no?
-Sí, se nota un desmejoramiento. El niño es reflejo de su familia y la sociedad. Tiene necesidad de volcar esa agresividad que lo rodea, rompiendo bancos, las instalaciones sanitarias, agrediendo a su compañero, castigándolo, obstaculizándolo, haciéndole bromas de mal gusto. En cuanto a la agresividad en el lenguaje, el niño repite lo que escucha de los mayores utilizando un lenguaje deformado, con palabras que no son correctas, que serán perjudiciales para toda su vida.
¡Qué mejor que este niño de hoy, sea un joven, un padre de familia, se exprese correctamente!
¿La enseñanza ha cambiado?
-Tenemos niños diferentes. Mis compañeros hacen lo humanamente posible para trabajar y mejorar, pero este esfuerzo no sirve de nada si estas cuatro horas de clase, no se complementan con la vida y la casa del niño.
El apoyo, la lectura periódica, qué mejor para corregir errores ortográficos que leyendo mucho. Además, vamos a reconocerlo también, el maestro de ahora, no es el de hace 35 años. Hoy se trabaja en dos turnos, y yo no le puedo pedir a mis compañeros que tengan la misma vivacidad, la misma frescura que ofreció a las ocho de la mañana, que al mediodía. Antes nos reuníamos semanalmente para preparar las clases hoy no disponemos de tiempo porque andamos corriendo. Esa es la verdad.
Lo que gana un maestro es una miseria, aún si aumentaran un 100%, sería poco. La preocupación por cambiar ésto, no es sólo mía, es de todos los maestros.
¿Qué reflexión le dejan todos estos años en la escuela Paso de la Arena?
-Me siento permanentemente acompañado, tantos años ejerciendo la docencia en esta zona me ha dejado muchos amigos. Cuando voy por la calle mis ex alumnos me saludan, me paran, quieren saber de mí, contarme sus vidas, sus cosas. Siento que ésto es lo que verdaderamente siempre quise hacer, mi verdadera vocación. Si hoy tuviera que volver a decidir qué estudiar, nuevamente elegiría magisterio.
Paulina Luíssi examinó la escuela en el año 1899
“El día 22 diciembre de 1899 la Comisión que suscribe procedió al examen de la Escuela Rural Nº 17 situada en el Paso de la Arena y dirigida por la señorita Rufina Irumé, invirtiendo en el examen de los cuatro grupos en que está dividida la escuela...
El orden, disciplina y organización interna, son bastante buenos debiendo observar aquí lo que no ha sido común en muchas escuelas de corregir, que una simple advertencia bastara para abandonar las contestaciones en coro. Creyendo dejar llenado este cometido firma el presente.
Montevideo, enero 11 de 1899.
Paulina Luíssi -Gerardo Vitorín.