


Miles de personas se congregaron en Montevideo para despedir a José “Pepe” Mujica, el expresidente de la República y vecino de Rincón del Cerro. Figura emblemática de la política uruguaya y latinoamericana.
El exmandatario falleció el pasado 13 de mayo, a los 89 años, dejando tras de sí un legado que trasciende partidos, generaciones y fronteras. Fue austero, frontal y coherente. Idolatrado por muchos y cuestionado por otros, Mujica fue siempre una figura imposible de ignorar. Exguerrillero, preso político durante más de una década, legislador, ministro y presidente de Uruguay, su vida estuvo marcada por la lucha constante por un mundo más justo.
Conocido por su vida austera—que él mismo definía como, “vivir liviano de equipaje”—, se convirtió en un referente global de la ética pública. “Vivía como pensaba”, repetían quienes lo conocieron de cerca. Y no era una frase hecha: al asumir la presidencia, consultado por LA PRENSA DE LA ZONA OESTE sobre si iría a vivir a la residencia de Suárez, respondió: “No, yo voy a vivir en mi casa. De acá solo salgo con los pies para adelante.”
Durante dos días, el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo recibió una interminable fila de ciudadanos que se acercaron a rendirle homenaje. Flores, banderas, cartas y dibujos de niños acompañaron su féretro en un conmovedor acto de despedida popular.
Un referente más allá de las ideologías
Pocos líderes logran el respeto transversal que consiguió Mujica. En un mundo atravesado por la polarización, su figura fue reconocida incluso por sus adversarios políticos. Mandatarios extranjeros viajaron a Montevideo para despedirlo. Entre ellos, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien interrumpió su visita oficial a China para acompañar el velorio de su amigo. “Conocí a mucha gente en mi vida, pero a nadie como Pepe. Era un ser humano superior”, dijo Lula, visiblemente emocionado.
También estuvo presente el presidente de Chile, Gabriel Boric, quien subrayó la dimensión continental de Mujica como símbolo de una izquierda ética, humanista y comprometida.
El filósofo de a pie
Hablar con Mujica era, para muchos, como conversar con un libro abierto. Asombraba por sus conocimientos en historia, filosofía, antropología, y por su capacidad de pensar el mundo desde una mirada sensible, sencilla y profunda. Su forma de comunicar —directa, sin eufemismos, a menudo políticamente incorrecta— le granjeó tantos admiradores como detractores. Pero fue justamente esa honestidad la que hizo que su mensaje resonara especialmente entre los más jóvenes.
Mientras medios internacionales abrían sus portadas con la noticia de su muerte, artistas como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y Pablo Milanés, entre muchos otros, le dedicaban palabras y canciones. Desde distintos rincones del planeta llegaron homenajes en forma de mensajes, videos y ofrendas.
En las calles miles lo despidieron con lágrimas, aplausos y una promesa tácita: continuar su legado.
“Triunfar en la vida no es ganar, es levantarse y volver a empezar.”