Hay hechos a lo largo de la Historia que enorgullecen al ser humano… pero hay también acciones que son una muestra de la maldad oculta en el hombre. Nos referiremos hoy a lo ocurrido en Inglaterra, E.E.U.U. y Canadá entre los finales de 1800 y mediados de 1900. En este período las minas de carbón trabajaban a máxima potencia para poder cumplir con la exigencia cada vez mayor del carbón mineral.
Fue la creciente demanda del carbón sumada a la codicia que en ese período aproximadamente 80.000 ponis fueron destinados a trabajar a los túneles oscuros de donde se extraía el carbón. A estos ponies se les conocía como “pit ponies” (poni trabajador). Estos animales tenían ciertas características que los hacían los apropiados para su trabajo; silenciosos y muy fuertes.
El entrar a la mina les aseguraba no salir de allí nunca más. La vida de ellos se desarrollaba en los túneles estrechos, sin luz y con aire viciado. Los ponis pasaban el resto de su vida sin descanso, en la oscuridad total, tirando de vagones cargados de carbón. SI alguno de ellos era devuelto a la superficie lo hacía ciego pues sus ojos se habían adaptado a la penumbra.
A los que permanecían abajo para “proteger sus ojos” de chispas y escombros, se les colocaban máscaras de cuero que muchas veces producían graves infecciones. Este es otro ejemplo de la maldad humana contra los ponis, víctimas invisibles del avance industrial. El último “pit pony” en Gran Bretaña se retiró en 1972. Su salida marcó el fin de una era… pero no el inicio del recuerdo. Porque su historia fue archivada, silenciada e ignorada por los Historiadores.